lunes, 1 de diciembre de 2014

SIERRA DE LÍJAR; una jornada sin precedentes.

   Al pueblo gaditano de Algodonales y su pedanía La Muela, les separa una sierra un tanto particular; la Sierra de Líjar. 
   Su punto más alto, el Pico Lijar (1.051 m.), se encuentra difuminado en una gran meseta, de modo, que si no fuera por el geodésico que lo indica, sería muy difícil establecer su punto exacto. Y es, por esta altiplanicie que corona la cima, por lo que también se la conoce como "Mogote".
   A pesar de superar los mil metros de altura, ha sido hasta hace unas décadas la gran desconocida para el senderismo. No fue hasta 1.985, año en  que por desgracia y al parecer intencionadamente, se produjo un incendio tal, que tuvieron que colaborar en las tareas de extinción, cuatrocientos soldados, junto con las brigadas forestales y los vecinos de los pueblos cercanos . El fuego quemó dos mil hectáreas. La cubierta vegetal de las zonas altas de la sierra, fue arrasada casi en su totalidad.
   El incendio trajo consigo las mejoras en las pista de acceso al mogote para llevar a cabo las tareas de repoblación. Y con estas mejoras también llegaron los aficionados al Ala Delta y al Parapente, dando a conocer esta sierra a nivel internacional. A día de hoy, existen varias pistas de despegue que se utilizan dependiendo de por donde sople el aire.
   Sin que sirva de precedente y de forma excepcional, nosotros en esta ocasión, estuvimos muy cerca, pero no pisamos su cumbre. ¡¡Ooooh!!
     Otra excepción (lo se de buena tinta) y el motivo por el que merece la pena contar esta ruta, es que el grupo tenía mayoría absoluta y apabullante del sexo "débil": 62% de damas y el 38% de chavéas. Jajaj.

Comenzando la vereda, encontramos este ejemplar de encina que da mucho juego a la imaginación.
  
   Nuestra senda comienza en la pista forestal que pasa por la Zona Recreativa de La Muela, en Los Montes del Estado. Está un poco camuflada, pero tiene dos referencias claras: Una pérgola con una hermosa mesa de mampostería con sus bancos correspondientes, situada a la izquierda de una curva de 364º y un cartel informativo de la ruta.
   Durante cinco kilómetros, faldeamos la sierra por un camino bien trabajado y disfrutón, hasta llegar al extremo más al este, donde el viento da la vuelta. Al tener La Muela siempre a la vista y más o menos a la misma distancia, daba la impresión de que no  avanzábamos ni un metro.

La Muela, a la vista durante casi todo el camino.

   El sendero nos lleva hasta el Canalizo, que es el nombre que tiene el valle labrado por el Arroyo del Nacimiento. Lo cruzamos y empezamos a subir los mas de trescientos metros que nos separan de la pista que va a la Casa de las Víboras. Eso si, no sin hacer múltiples paradas en los miradores que esta serpenteante senda nos ofrece.

El camino está muy marcado y bien acondicionado.
¡¡Eso, eso, dale de comer y de beber al "ratón"!!
¡¡¡Esto es un mirador bien aprovechado!!!
El viejo truco de la foto, nunca falla para recuperar las pulsaciones.

   Subiendo, subiendo, llegamos por fin a la pista forestal. Y tomamos a la derecha, buscando la Fuente de las Víboras, donde repusimos las fuerzas perdidas en la subida.

 

   La Fuente de las Víboras a ochocientos metros sobre el nivel del mar, es un afloramiento de aguas subterráneas, que canaliza el agua desde una alcubilla, a un depósito cerrado, y de ahí, a una fuente que parece de nueva costrucción. Su finalidad parece ser el abastecimiento para el ganado y la fauna cinegética.
   También hay una pileta, con una piedra inclinada junto al depósito. Tiene toda la pinta de haber sido utiliza para lavar ropa.

Pila junto al depósito

Agua, plátano, caramelos, frutos secos.... todo vale para reponer fuerzas.
Alcubilla donde aflora el agua.
Los bichejos que la pueblan.

   Proseguimos el camino, pasando por la parte superior del depósito, ya en la senda de regreso. Volvimos a cruzar la cárcava del Arroyo del Nacimiento, en esta ocasión trescientos metros mas arriba.
   La senda que bordea el Cerro de la Cruz (949 m.) es muy divertida, y no faltaron las bromas y las poses en cualquier piedra puntiaguda que se pusiera a tiro.

¡¡Foto, foto!!

Una puerta a la nada.
La "tentación" es irresistible. Es lo que tiene no hacer cima.

   Aún con el día nublado, el paisaje es precioso. Nuestra querida Sierra de Esparteros, el Terril, el Peñón de Algámitas, los innumerables caseríos, Olvera, la siempre presente pedanía de La Muela y el Peñón de Zaframagón con su colonia de buitres leonados, nos alegran la vista cuando miramos el horizonte.

Buitres Leonados

   El regreso es más de lo mismo; bajada muy cómoda, vistas grandiosas, una vegetación exuberante, etc,etc. Pero sucedieron dos anécdotas dignas de mencionar relacionadas con Coco, el que a todas luces parecía un perro de la raza Dálmata. ¡Pero no!. Resulta que iba camuflado para la ocasión, esperando "su momento":
    Primero, estuvo a punto de delatarse al morder sin miramientos una serpiente, y zamarrearla casi hasta matarla, provocando el pánico y los correspondientes gritos entre "el sexo débil". Y segundo, y más grave, cuando en la última parada, antes de llegar a los coches, en un descuido por mi parte, se tajeló un cuarto de queso de un solo bocado, revelando su verdadera identidad. Se trataba de "Super Ratón". Nos tuvo engañado todo el camino. 

"Super Ratón", mimetizado esperando el momento.

   Conectamos con el sendero de ida, dos kilómetros antes de llegar al punto de partida. Fueron 14 km. en 5 h.. Comenzamos a 495 m. sobre el nivel del mar y llegamos a los 907 m. Acumulamos 738 m. subiendo y los mismisimos bajando.
   La caminata llego a su fin.
   Pero ahí, no acaba la cosa.
   La mayoría absoluta de chicas en una salida de Sierra Sur, es un hecho histórico, por lo que presentía que el día acabaría muy bien.
   En La Muela, encontramos un bar donde recuperar electrólitos en una terraza con vistas a la gran mole de piedra caliza. Recuperamos electrólitos, proteínas, hidratos de carbono, grasas, sales minerales, vitaminas......y todo lo habido y por haber.

Empezamos por los electrólitos y terminamos.....
.........con un homenaje sin precedentes.
¡Quién manda, manda!
El sitio es inmejorable.

   Pero aquí, tampoco acaba la cosa.
   Por recomendación de Mª Carmen, pusimos rumbo a Coripe, donde rematamos  este memorable día, degustando los famosos buñuelos del Bar Ortega.

Las hermanas disfrutando de lo lindo.

     Que las féminas sean mayoría en una salida:
no tiene precedente.
    Que nos demos un homenaje por todo lo alto, en una ruta de 14 km.:
no tiene precedente.
      Pero que un "perro" se coma 1/4 de queso en un santi-amén
no tiene perdón.

¡¡¡ Cuidado que viene el coco !!!

Fin.




  

  

2 comentarios:

  1. muy guapo manuel y estas mujeres nos echaran la pata, entonces a coco le gusta el queso no jajajaja

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  2. Jajjajajja. Juan, cuando se ponen, se ponen. No hay quien pueda con ellas.
    Porque me esperaba la comilona, que si no, me tiro al cuello del perro y no se traga el queso.

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