viernes, 17 de abril de 2015

EL TORRECILLA (1.919 m.); perdí-dos en la niebla.

   En el programa del club, estaba previsto hacer El Torrecilla desde Yunquera (Málaga) el sábado 11 de Abril........... y se hizo, pese a la lluvia.
   Algunos, que no pudimos ir el sábado por motivos varios, nos pusimos de acuerdo a petición mía para hacer la misma ruta el domingo 12. Y de esta manera "no perder el paso".
   También nos pusimos de acuerdo en la hora de salida, en el punto donde nos encontraríamos y en el track que llevaríamos grabado en el G.P.S. Pero no nos pusimos de acuerdo en lo más importante:

"EN CASO DE NIEBLA, NO SEPARARNOS POR NINGÚN MOTIVO ". 

Y claro, pasó lo que pasó.



Mª Carmen tuvo el acierto de grabar el momento cumbre del día (el reencuentro)

   Lo demás lo relato a continuación:
   Nuestro recorrido comienza en el Mirador de Luis Ceballos o Caucón (1.130 m.), en la Yunquera provincia de Málaga, dentro del Parque Natural Sierra de las Nieves,  en la Serranía de Ronda.
   Llegamos desde Ronda a la Ynuquera por la carretera A-366 después de unos cuarenta kilómetros repletos de curvas, y en la primera rotonda, la que está antes de llegar al pueblo, tomamos el desvío a la derecha (campo de fútbol). Este desvío nos lleva por un camino de unos siete kilómetros hasta el punto de partida.
   De este mirador parten dos senderos; el que tomamos nosotros que va directo al Tajo de la Caina, (izquierda, bajando) y el que enlaza con el del Puerto del Saucillo-Peñón de los Enamorados (derecha, en leve ascenso).
   Allí estaba esperándonos con cara de pocos amigos, Julio, nuestro "guia zorzal" y gran conocedor de la zona.
   La carretera nos relentizó hasta tal punto, que llegamos con cuarenta y cinco minutos de retraso según lo previsto, tiempo suficiente para que Julio Cesar se fumase medio paquete de tabaco e idear su "estrategia".
  

Bajando por la Cañada de Juanisco Huelva.
 
   Para los curiosos, decir que el mirador lleva el nombre de D. Luis Ceballos y Fernández de Córdoba (1.896-1.967), madrileño de nacimiento, fue profesor de botánica y geografía en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes y autor del Mapa Forestal de España (1.966) y del Plan General de Repoblación de España (1.938). Es decir, un adelantado a su época.
   Pero para "adelantados" nosotros, que en na' de tiempo nos plantamos en el mirador natural del puerto de la Era de los Gamones, sin recrearnos en el bosque cerrado de pinsapos, sin escuchar el canto de los pájaros, sin percibir la fresca humedad de la mañana y sin echar un sosegado vistazo desde este mirador. Lo que si hicimos, pero con retraso, fue la foto de salida.

De  izq. a dch. Fernando, Mª Carmen, Manuel C., Irene, Julio, Mariajo, un servidor, Alicia y Puça a los pies de Julio.
   
   Alcanzado el final del sendero señalizado, se abre ante nosotros el majestuoso Tajo de la Caína, con cortados de más de cien metros de caída, dejándonos con la boca abierta y maravillándonos del extraordinario paisaje que tenemos ante nuestros ojos. 
   Pero que poco dura la alegría en la casa del pobre. Las nubes empezaron a hacer acto de presencia, primero tímidaminte y después sin "luces" como ya visteis en el vídeo.

Según Julio, la mole que vemos en la foto, es el llamado "Caucón". En el diccionario no existe esa palabra.
Paso del Tajo de la Caína.
Este junto con el de las cadenas, fueron los recorridos más disfrutones del día. 
 
   El senderito por el Tajo de la Caína se va diluyendo poco a poco y tiende a bajar, cosa que siempre se agradece. Y Julio Cesar que se deja llevar, nos arrastra durante unos metros poniendo en practicas su pensada estrategia; bajar 300 m. en picado, hasta el fondo del Barranco de las Carnicerías y subir 700 m. hasta el paso por las cadenas. Su venganza por hacerlo esperar en el mirador. Jajaj. Es broma, Julio.
   El track que llevábamos, indicaba que había que subir, y pasar a la vertiente occidental del Cerro del Chaparral, y lo hicimos cada uno por donde quiso.
   Desde la cresta del cerro, pudimos ver el sendero Caucón-Peña de los Enamorados, que enlaza con el que va del Peñón de los Enamorados al Pilar de Tolox por el paso de las cadenas. Evitando de este modo bajar al Arroyo de las Carnicerías como pretendía nuestro "guia zorzal".

¡Ahí está!, rebosante de confianza e intentando ponerse en cabeza.
Quién a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
En el Puerto de la Boas hicimos una parada y repusimos fuerzas.
Planicie del Quejigal de Tolox.
Cañada de las Carnicerías.
 
   Hasta aquí todo relativamenete bien. El paso por las cadenas fue de lo más divertido, nos relajamos e hicimos poses por aquí y por allá. 

Asusta al empezar pero es coser y cantar.
¿Quién dijo miedo?


   Una vez pasado el "compromiso" de las cadenas, nos adentramos en la Cañada de Froncaire, la cual tendríamos que subir por su vertiente izquierda, sin despegarnos mucho del fondo del arroyo, hasta llegar cerca del Pilar de Tolox. Este rincón tiene un encanto especial, los viejos y hermosos ejemplares de pinsapos, difuminados por la niebla, daban al paisaje una atmósfera misteriosa.

Alicia pasando bajo un grandioso pinsapo.

   De otras veces, conocíamos el lugar y sabíamos hacia donde teníamos que ir. Pero la confianza y el aumento de la niebla perdió al hombre. Nuestro amigo Julio ni corto ni perezoso, en un alarde de facultades y sobrado de confianza en si mismo, comenzó a subir sin ni siquiera mirar para atrás, desapareciendo en la niebla junto con Mariajo que seguía sus pasos muy de cerca.
   Los demás, incluida la perrita, continuamos juntos buscando el sendero que sube al Torrecilla,  por descontado con la ayuda, si o si, del G.P.S.
   Puça (la perrita) que iba con nosotros en un principio, en otro alarde de facultades desapareció.
 Mientras subíamos por el difuso camino el tramo final hasta el Torrecilla, pensábamos y comentábamos que Mariajo y Julio nos estarían esperando en la cima. En cuanto a la perrita un réquiem  sentido desde el corazón, podría tranquilizar nuestras conciencias.
   Nos equivocamos de "pe" a "pa". Ellos no estaban allí, y la cumbre nos supo a poco. Hacía frío y decidimos bajar para comer resguardado en el Pilar de Tolox. Otro punto clave donde podrían estar.

¿Se nos nota mucho la sonrisa de circunstancia?
 
   En el Pilar, tampoco estaban esperándonos. La preocupación iba creciendo por momentos.
   Comimos con una humedad del 100 % que nos dejó helados.
  En todo momento, teníamos la esperanza de escuchar las voces de Julio o de Mariajo, ya que los móviles seguían sin cobertura.
   Visto lo visto (con esta niebla, nada de nada), decidimos continuar con la ruta prevista. Tomamos el sendero Quejigales-Torrecilla hasta enlazarlo con el que viene del Puerto del Saucillo pasando por el Peñón de los Enamorados.
  Íbamos en estas, cuando Fernando comprobó que tenía cobertura y después de varios intentos fallidos, pudimos hablar con Julio. Estaban bien y nos esperaban en un cruce del camino. El encuentro estaba cerca. La alegría nos volvió al cuerpo e incluso, entramos un poco en calor.
   Qué satisfacción cuando los vimos, ¡qué tranquilidad!, qué contentos nos pusimos.
   Julio nos explicó que a pesar de conocer el lugar como la palma de la mano, se desorientó por completo. Y cuando por casualidad, pisaron el camino que traíamos, decidieron no continuar y volver por sus pasos. "Ante la duda, la mas cojonuda".
   En fin, emprendimos el regreso con otro ánimo. sobreponiéndonos a las inclemencias del tiempo que no querían abandonarnos, incluso se sumó un fuerte viento salido de no se yo donde, cuando pasábamos por la base del Peñón de los Enamorados.
   Dejamos el sendero que va al Puerto del Saucillo en un punto que pasa desapercibido si no se va con mucho cuidado y entramos en el que nos llevaría al punto de partida. En este trecho, y junto a una fuente, nos percatamos que no llevábamos la foto del grupo con la bandera (en la cumbre no tuvimos ánimos para mostrarla) y nos la hicimos para el recuerdo.

Las niñas.
Los niños. Jaja.
¡Por fin juntos!
 
   Después de aproximadamente, siete horas y media, diecinueve kilómetros en los pies, y mil doscientos cuarenta y ocho metros de desnivel positivo, llegamos a los coches, dando por acabada esta inolvidable ruta.
 
Un poco de estiramiento nunca viene mal.

   Inolvidable por los componentes, por el tiempo, por las circunstancias, por lo acontecido.... 
Inolvidable la frase de Mariajo cuando nos encontramos; "Yo he aprendido la lección"
Inolvidable porque perdí a dos, 
perdí a Julio y a Mariajo, 
Puça (pulga) nunca se perdió, se mantuvo siempre pegada a su dueña.
Su desaparición en la niebla si fue un verdadero
alarde de facultades

Puça, sin ver por encima de los veinte centímetros, tuvo mucho más vista que todos nosotros. Es mi ídolo.

No estaría mal volver por esta Reserva de la Biosfera
 y
poder ver sus maravillosos paisajes en un día soleado.
¡Yo me apunto!
 ¿Y tú?
 

  Fin.
    


P. D.; Fotos de Mª Carmen y mías.

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