lunes, 1 de febrero de 2016

EL CHULLO (2.612 m.); otro día en las nubes.

   La mitad sur del Chullo se encuentra en la provincia de Almería, la otra mitad en Granada, y las dos están dentro del Parque Nacional de Sierra Nevada. Llegar a esa mitad sur, es llegar al punto más alto de la provincia de Almería. Nosotros comenzamos a andar en el Puerto de la Ragua, situado a 19 km. de La Calahorra (Granada), y llegamos por la carretera A-337, que es la vía de comunicación entre el Marquesado de Zenete y la Alpujarra.
  Para nuestra sorpresa, admiración y entretenimiento (nos dio mucho juego), la nube lenticular inherente y peculiar del Veleta, nos observaba cuando arribamos al puerto. Inquieta y caprichosa, se puso a "jugar"; a disfrazarse, en el mismo momento en que subíamos por el cortafuegos, camino de Prados Altos.
   Extrañamente, el Puerto de la Ragua, que en cualquier otro año, por estas fechas, hubiera estado cubierto de nieve, no tenía ni una pizca, y eso, teniendo en cuenta que ya están corriendo los primeros días de Enero. ¿Será el cambio climático?, ¿estará relacionado con los ciclos de la actividad solar?, ¿estaremos influyendo en el sistema, altamente complejo, del clima?, ¿serán los gases invernadero?.......Son muchas y complicadas preguntas, que terminan colmando mi entendimiento, transportando mi mente por senderos, turbios y nublados, derechito a ninguna parte.......¡Escapa, escapa de Babia!, que aquí de lo que se trata, es de relatar, como y por donde llegamos al Chullo, y como volvimos al punto de partida sanos  y salvos.

Estación Recreativa "Puerto de la Ragua", con O.V.N.I. camuflado.


   A lo que vamos:
  Como ya dije, nos dirigimos a Prados Altos, tomando, casi por intuición, La Cañada Real de Castillejos, y dejando El Morrón de las Tres Lindes a la izquierda. 
  El camino está claro, es muy intuitivo y estás señalizado. Es casi imposible desorientarse, pero mejor llevar GPS, mapas, o las dos cosas, nunca se sabe lo que puede pasar, y la climatología a estas alturas es imprevisible. Tan imprevisible, como el volumen de aire que nos vigilaba desde el cielo, con sus minúsculas gotitas de agua y de cristales de hielo que, en cuestión de segundos, cambió su forma, disfrazandose de tiburón. ¡Imaginación al poder!
       
De izq. a dech.: Mariola, Vero, Fernando Maricarmen y un servidor,
todos con la nube detrás de la oreja.
Primeros pasos.
"El Tiburón"

   En Prados Altos hicimos una pequeña parada, tomamos agua, y echamos la vista atrás para ver a lo lejos, en un cielo despejado; el Marquesado de Zanete, El Valle del Salabí y la Sierra de Baza. A partir de aquí, el sendero se estrecha, y la subida se hace bastante más dura, pero siempre teniendo como referencia un punto oscuro en la lejanía, que no es otro, que el Refugio del Chullo.  

Descanso merecido de Mariola en el Refugio del Chullo.
El "tiburón" se dio la vuelta, saltó sobre las olas, y se perdió en el mar del cielo.

   El Chullo se torna facilón a pocos metros de su vértice, y a nosotros, nos sube la moral por momentos, llenándonos de orgullo por haber llegado en tan solo; una horita corta. 


Techo de la provincia de Almería
Fashion, fashion.......

Bajar del vértice no fue tan fácil como llegar a él. Jaja.

   Después de festejar nuestro "logro", continuamos por el cordel hacia el Morrón del Chullo. En cuestión de segundos, el viento cambió inesperadamente, y las nubes, que cubrían la ladera almeriense, nos evolvieron con su blanco manto y su húmedo nimbo. Desaparecieron las vistas, los colores y hasta los pensamientos. Quedé inmóvil y embobado, absorto en ningún plan, perdido en el tiempo, distanciándome del mundo mundano , con los ojos fijos en un punto irreal, sin necesidad de parpadear, hasta que una chispa involuntaria en mi sesera, me despertó. ¡Coño, ya estaba otra vez en las nubes!, y además... esto no es de esta crónica, es del día anterior, mientras desayunaba....¡Qué cabeza a mía!, ya mezclo los relatos..... Bueno, como iba diciendo, las nubes hicieron lo que tenían que hacer: nublarlo todo, no veíamos; tres en un burro y el GPS nos llevó por el camino acertado, cumpliendo con su misión. Mejor dicho...., Ferrrnando, interpretó correctamente las indicaciones que nos mostraba, que es distinto.   
   
¿Estamos todos?, pues nada, seguimos


   El tramo de bajada por el Ventisquero de San Juanejo, hasta la Lagunilla Seca, no está señalizado, ni claramente marcado, y como la visibilidad era muy reducida, nos pusimos en fila india y agachamos la cabeza para ver por donde pisábamos. Aislados del mundo, nos arropó un hermoso y calmado silencio concentrando nuestros pensamientos hasta que llegamos al Cordel de los Verederos, eso sí, siempre con la mejor sonrisa, y es que, estábamos en las nubes, pero de verdad. 


Bueno, Maricarmen tenía sus dudas a la hora de sonreír.........
  
  Las nubes resbalaban por los barrancos del Lobo y del Diablo, limitando nuestra visión periférica extensa, cual caballos de carrera con anteojeras, consiguiendo más concentración, si cabe, al paso por el Cordel de los Verederos.

Seguimos en las nubes, que tiene su encanto.
Entre la niebla, las braga de cuello y la capucha, no nos conoce nadie,
¿para que diablos echamos la foto?
   
  Y como por un chasquido de dedos, las nubes desaparecieron y el telón se levanta para que podamos ver el espectáculo en toda su grandeza. Momento idóneo para zamparnos el sustento que llevábamos. ¡Aqui no hay tu tía!


La Hoya de Guadix-Baza se mostraba "infinita" a nuestros pies.
Momento imprescindible, obligatorio, ineludible, pero sobre todo, grato.


   Dejamos el Cordel de los Verederos y enlazamos con el tramo 14 (Piedras Negras-El Toril) del sendero circular más largo de toda España (300 km., divididos en 19 etapas): El Sulary, "la montaña del sol", el nombre con el que los árabes conocían a Sierra Nevada. También un perro labrador reconoció a Fernando en este punto, demostrándole su cariño y acompañándonos hasta el final de la ruta.  


Es que Fernando viene a Sierra Nevada como el que va al quiosco de la esquina, lo conocen hasta los perros. Jeje.

  Seguimos llaneando por la ladera norte del Chullo, dejando atrás un refugio en muy buenas condiciones, para llegar a la Rambla del Castañar, primero, y al Barranco de Aguas Penas, después.
 

La ansiada nieve que este año llega con cuentagotas.
  
   Circunvalamos el Puntal del Maguillo, entre distendida chachara, hasta que enlazamos con la misma cañada por donde subimos, justamente, unos metros por debajo del Morrón de las Tres Lindes. El sendero está inserto en un bosque de pino negral y abetos de repoblación, encuadrando estos, entre hueco y hueco, el impresionante macizo occidental del Parque Nacional. 


Imposible captar, en la cámara, las bellas imágenes de este luminoso atardecer.
    
   Y yo diría que, casi sin querer, llegamos a nuestro punto de partida.  
   A ciencia cierta, y en el estricto sentido de la palabra; estuvimos en las nubes, disfrutamos como niños durante cinco horas y media, acumulamos en las piernas, sobre, mil seiscientos metros de desnivel, en diesicéis kilómetros y cerramos el círculo.

Por ahí estuvimos.



"Me lo decia mi abuelito, me lo decia mi mamá,
 me lo dijeron muchas veces, y lo  he ovidado siempre más".

 ¡¡ NIÑO, BAJA DE LAS NUBES !!



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