miércoles, 7 de junio de 2017

PEÑA DE LOS ENAMORADOS (878 M.); breve pero intensa.

   Enamorados tenía a los pobladores de estas tierras antequeranas hace más de 6.000 años, la prueba de ello es que decidieron construir el monumento funerario más grande de Europa (el Dolmen de Menga), alineándolo con el rostro humano que emerge de la tierra y mira al cielo sin pestañear. Un hecho extraño, pues la gran mayoría, incluido el Dolmen de Viera, separados entre si, unas decenas de metros, miran a la salida del sol durante los equinocios de primavera y otoño. A mi, particularmente, hace más de 40 años también me fascinó el imponente perfil del indio acostado, cuando viajaba con mi padre camino de Granada. Él me contó, que desde lo alto se tiró una pareja de enamorados. Nunca se me olvidó, pero lo que realmente me cautivó de esa imponente roca caliza, era la perfección de los rasgos de un indio, pudiendo distinguir, con absoluta claridad, desde su frente despejada y su incrustado ojo, hasta su amplia barbilla, pasando por el asomo de una boca y la genuina nariz aguileña de un apache de pura cepa. Siempre que paso por este cruce de caminos no puedo dejar de mirarlo hasta que lo sobrepaso. Y el 15 de julio del año pasado, en la 40ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial celebrado en la ciudad de Estambúl, La Peña de los Enamorados fue declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO, junto al Paraje Natural del Torcal y al Conjunto Arqueológico del Sitio de los Dólmenes de Antequera. Y hoy, último domingo del mes de mayo, un grupo del club, hemos decidido subir para conocerlo cara a cara, con todo el respeto del mundo (nada de tocarle las narices), y contemplar lo que él ve de soslayo, desde el principio de los tiempos.

La figura se observa perféctamente desde kilómetros, y a poco metros de su base.


   Comenzamos la ruta sobre las 9:30 h., después de dejar los coches en un ensanche de la carretera A-7282, que es un resto de la nacional que unía Antequera con Archidona. Bajamos por donde pudimos a las vías del tren, las pasamos y volvimos a bajar hasta el Río Guadalhorse, lo cruzamos con facilidad pues llevaba muy poca agua, salimos del cauce y rebasamos, por una pequeña pasarela, la acequia que le birla el agua al río para conducirla al Cortijo de la Peña. Saltamos una alambrada bastante vencida.... y ya estamos en las "plumas del indio".

Paso por el Río Guadalhorse.

   Nos reagrupamos y comenzamos a ascender suavemente por un camino bien definido, dejando a la derecha y junto al río, el Cortijo de la Peña Chica y las ruinas de lo que antaño fue una fábrica de jabón. Pudimos observar a corta distancia varias hembras de cabra montés con sus crías. Rodeamos la cabeza del indio hasta llegar a la cara opuesta, y cambiamos de dirección cuando vimos el entrecejo a nuestra izquierda, lugar a donde nos dirigimos como una flecha.

Reunión de pastores, cabras a la vista. 
Desde esta "cana" caída, vimos el camino a seguir hasta el entrecejo del indio. 

   La subida es bastante pronunciada. El collado lo tenemos a la vista todo el tiempo. Subimos cada uno a su ritmo. Una vez que llegamos a la parte baja del entrecejo, pudimos ver la amplia vega de Antequera en el horizonte y el perfil que subiríamos por el abrupto caballete aguileño.

El creteo de la nariz.

   Seguimos cada uno a nuestro ritmo, poniendo mucha atención a cada paso y a la vez recreándonos en el paisaje. Hay zonas por donde es necesario gatear un poco.

Concentrados en la tarea.
Un cresteo exigente.

   Sobre las 11:00 h. habíamos llegado a la mitad de nuestro objetivo: El vértice geodésico que se supone representa la máxima altura de la peña. 
   Creo que el indio nos inspiro mientras le hacíamos cosquillas en la punta de la nariz, y cada cual se puso ha hacer lo que llevaba dentro. Como dice el refrán; vale más una imagen que mil palabras, y nosotros tenemos más de una foto. Jeje.

Colocación de la bandera del club.
Bichear en el Buzón del Amor....
Posar para la posteridad......
Meditar.... 
Dar cera, pulir cera....
Demostrar amor....
Descansar....
Inspeccionar....
Comer, ajustar las zapatillas, charlar....
¡Y lo sabes también como yo.... la foto de grupo!
De pie, y de izq. a dech.: Antonio Luis con Sasha, Rosa, Juan Carlos, Mari Carmen y Pedro.
Sentados de izq. a dech.: Un servidor, Juanlu, Solís padre y Solís hijo.
 
   Además de unas vistas magníficas del valle, pudimos observar la bella ciudad de Antequera con el Torcal a su espalda, las Sierras de Camarolo, la Sierra de Gibalto, y casi.... la Plaza Ochavada de Archidona. También hubo tiempo para la historia y el recuerdo, saliendo ha relucir, entre otras, la historia de amor entre Tello y Tazgona.  
   Para la vuelta bajamos por el tabique nasal, siguiendo algunos hitos de piedras, pintados en rojo, hasta enlazar con el camino de vuelta. Se nos hizo muy breve a pesar de que nos entretuvimos en las muchas vías de escaladas que hay en las paredes de la peña, paredes planas como la palma de la mano.

Algunas zonas, en la bajada, también hay que hacerlas con precaución
Rosa, demostrando su excelente condición física
Al final, la cabra siempre tira al monte. 
   
   Deshicimos el camino andado hasta llegar a los coches, dando por finalizada la parte más corta de la tarea del día. La parte que más tiempo nos ocupó, tuvo lugar en Antequera, donde nos sentamos en una coqueta plaza, alrededor de una gran mesa para.... gozar de charlas entre risas, disfrutar de fresquitas cervezas o refrescos y para deleitarnos con el delicioso alimento que nos merecimos. 

De todo quiere Dios un poquito.

Breve pero intensa fue la subida,
breve pero intensa fue la bajada,
breve pero intensa es esta crónica,
largo y tendido fue el almuerzo
y,
breve pero intensa tuvo que ser la historia de amor entre Tello y Tagzona:
Él, Tello; caballero cristiano, ella, Tagzona; musulmana. Él, prisionero del padre de ella. Se ven y se enamoran a primera vista. Sus religiones les impiden casarse. Deciden fugarse. El padre de ella los persigue. Los encuentran en lo alto de la peña, los rodean, y al verse sin escapatoria unen sus manos, se miran fijamente a los ojos y se despeñan saltando al vacío, prefiriendo morir a ser separados. 

Una historia breve, pero intensa. 

Fin.
   
     

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