jueves, 8 de febrero de 2018

SAN CRISTÓBAL (1.554 m.) Y EL TORREÓN (1.654 m.); ¡al ataque!

   El asedio al castillo, 
tuvo lugar un frío día de finales del mes de enero 
del año 2.018 de Nuestro Señor.

   Enclavado en lo más alto de la provincia de Cádiz, en el corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema y, custodiado con recelo por los estamento de poder de la Junta de Andalucía, lo convierte en una fortaleza casi inexpugnable, especialmente, si queremos llegar a él por su adarve.
   La lucha comenzó muchos meses antes, cuando tuvimos que bregar con nuestro primer enemigo: la burocracia. No fue fácil, pero la constancia, la paciencia, el juicio y la razón, obtuvo su recompensa, y conseguimos el fuero que nos permitió emprender la gesta.
   Disponíamos de un solo día para acometer nuestro empeño, y ahí estaba el segundo adversario: la climatología. Los dioses del tiempo, vaticinaban vientos de 54 km/h, frío, y agua-nieve, a media mañana, pero nada pudo rebajar nuestra empresa, y catorce vasallos, con anhelo de trocar a Caballeros y Caballeras, de la "Orden del Club Sierra Sur", estaban dispuestos a llegar al último baluarte defensivo de la Sierra del Pinar: El Torreón.

 
   Nuestro lance comienza a los pies de la Sierra de las Cumbres, en un lugar conocido como Las Canteras o Areneros, a un kilómetro de Grazalema por la carretera (CA-9104) que sube al Puerto de las Palomas y termina en Sahara de la Sierra, exactamente, en el sendero señalizado "El Pinsapar". Pero se trataba de una andanza lineal, por lo que anteriormente, dejamos un carro en un pequeño espacio habilitado a tal fin, en la carretera (A-372) que va de El Bosque a Grazalema, justo frente al sendero por donde volveríamos tras la conquista.
   Equipados frente a las adversidades con carcasas térmicas, armaduras de plumas, yelmos de lana, polainas, escudos a nuestras espaldas, y como única arma ofensiva; los bastones, emprendimos la aventura por el bosque de pinos de repoblación que sube hasta el Puerto de Las Cumbres. Este trecho, de algo más de un kilómetro, está tan bien trazado que, prácticamente, ni nos enteramos de los 400 m. de desnivel positivo que salvamos dándole al palique.

Subida al Puerto de las Cumbres.

   El Puerto de Las Cumbres es el paso natural por donde antaño; campesinos, aldeanos, neveros y carboneros pasaban de una vertiente a otra de la sierra. Actualmente, sólo se permite el paso, por este sendero, a andarines y a aspirante a caballeros/as deseosos/as de alcanzar la fama y la gloria, pero eso sí, todos debemos ir debidamente autorizados.

Sendero señalizado "El Pinsapar".

   A unos dos kilómetros, del punto de partida, nos salimos del sendero, desviándonos a la izquierda por un pedregal con bastante desnivel. Nos habíamos encontrado, de sopetón, con nuestro tercer enemigo; los elementos propios de una construcción fortificada. A la vista, frente a nosotros, teníamos la torre esquinera de vigilancia llamada San Cristóbal. Esta sería nuestra primera toma.
   En la subida, nos sentíamos observado en la distancia por los vigilantes y moradores del castillo, pero nosotros progresábamos sin descanso, a paso cansino, sin hacer excesivo ruido para no alarmaros demasiado, y sin perder detalle de los poseedores de los ojos que nos vigilaban.
 
Los residentes de la "fortaleza".
Subiendo el canchal, camino del San Cristóbal.
Las secuelas de la noche anterior.
 
   Habíamos superado las pedrizas del puente levadizo y nos encontrábamos frente al rastrillo del San Cristóbal. Estábamos en una preciosa meseta entre el falso San Cristóbal, o Pico Monete, y el propio San Cristóbal. En este descansillo (nunca mejor dicho), nos encontramos un pozo de nieve de enormes proporciones que está bastante deteriorado por la acción del hostil adversario (la meteorología). Y también pudimos ver a través de una saetera gigantesca el bonito pueblo de Grazalema, y a su derecha, el encajonado valle o corredor del Boyar entre las sierras del Pinar y del Endrinal.

Pozo de nieve.
"Saetera" en la muralla.
 
   Recuperado el aliento, y reconfortados por las vistas, nos afanamos sin miramientos en la sana intención de someter al San Cristóbal. Lo hicimos por su punto más débil; el rastrillo de la cara sureste. No obstante, tuvimos que hacer alguna trepada que otra, antes de llegar.

Subida del San Cristóbal.
Últimos metros.
El emblemático San Cristóbal: "Conquistado".
 
   Desde esta torre esqinera, pudimos ver el camino de ronda por el que llegaríamos a la torre del homenaje, también es impresionante la visión del lienzo de muralla, en la cara norte, cubierto con mas de 400 ha. por la joya de la corona del parque: los pinsapos, un abeto que ha sobrevivido en esta zona desde las últimas glaciaciones, y que en España, sólo se encuentra aquí, en la Serranía de Ronda y el el Parque Natural Sierra de las Nieves (futuro Parque Nacional).
   
¡Maravilla de la maravillas!

   Unas veces por la cara sur, otras por la norte; unas veces descendiendo, otras subiendo; unas veces saltando, otras trepando; de vez en cuando reptando; algunas veces pasando por pasillos de piedras y otras cruzando pasos sin puertas.... vamos ganándole metros a este escabroso camino en la muralla, que no está señalizado, y que en algunos momento, nos pone en la duda de por donde debemos continuar. Pero, lo mejor, es que el oponente: las nubes, se replegaron para dejar paso al sol, nuetro mejor aliado.




Una sonrisa al sol, de Rosa y Raquel.

   Merece mucho la pena, echar la vista atrás para ver lo andado, y contemplar, estasiados, desde otra perpectiva, uno de los picos más bonito y simbólico que podemos ver por estos lugares: el ya hollado San Cristóbal, un referente para los marineros cuando arribaban a los puertos gaditanos.

La hermosa cara norte del descomunal San Cristóbal.

   Continuamos al frente, y apreciamos con sorpresa como algunos pinsapos, de gran porte, han llegado hasta el patio de armas. Están muy maltratados por las inclemencias del tiempo y sobreviven a duras penas, pero aun así, engalanan el emplazamiento, tanto, que lo elegimos para hacer una parada con la determinación de reagruparnos y recuperar fuerzas.




   Sin dejar de subir y bajar, llegamos a una zona menos complicada, pero....... ¡que poco dura la alegría en la casa del aprendiz a caballero/a! Sin quererlo, nos precipitamos a las mazmorras cuando teníamos nuestro objetivo a tiro de piedra. Y precisamente eso; piedras, enormes bloques de piedras, es lo que hay que sortear para salir del desorden el que estábamos metidos. Sin desear perder mucha altura, y como Dios nos dio a entender, fuimos buscando la mejor forma de salir del enredo. En ese momento de desorientación, Jacinto lanzo el grito de guerra: "el cresteo es el cresteo", y enderezamos rápidamente el avance para plantarnos, cara a cara, con una pared de apariencia insuperable. Y como en otras ocasiones, donde, Dios aprieta pero no ahoga, encontramos una falla milagrosa por donde seguir subiendo.

Uno de los tramos fáciles.
La última "linea defensiva" antes de llegar a la "Torre del Homenaje"
Llegando por la arista de levante.
Una mirada a la impresionante "muralla" de roca caliza.

   Conforme íbamos llegando al lugar adecuado (la torre del homenaje o torreón), íbamos cumpliendo con el rito del espaldarazo (un fuerte abrazo), de esta guisa, nos íbamos otorgarnos los unos a los otros, la dignidad de Caballeros/as de la Orden del Club Sierra Sur.
   Una vez terminada la Ceremonia, pudimos comprobar con nuestros ojos la importancia de la plaza, pues, podíamos observar una basta extensión de dominio: Al norte; el valle del bajo Guadalquivir, al sur; el Estrecho de Gibraltar y la costa africana,  al este; el sistema montañoso de Sierra Nevada y al oeste; el Parque Natural de los Alcornocales. Igualmente vimos, que las nubes entraban al galope por el este, cubriendo Sierra Nevada, la Sierra de las Nieves y buena parte de la provincia de Málaga.

De izq. a dech., de pie: El Caballero Solis, el Caballero Juan Carlos, el Caballero Juanlu, el Caballero Jacinto, el Caballero Manu, el Caballero Mauel (un servidor), el Caballero Pedro, la Caballera Rosa y el Caballero Antonio L.
Sentados, de izq. a dech.: El Caballero Sergio, el Caballero Miguel A., la Caballera Ana, el Caballero Javi
y la Caballera Raquel.
 
   Ya convertidos en Caballeros y Caballeras, nos hicimos la foto que inmortalizaría nuestra presencia en este fabuloso torreón.
   A partir de aquí, tuvimos muy poco tiempo para el verdadero homenaje de altura (nunca mejor dicho), que nos dimos cuando nos pusimos a comer. Con las nubes acechando, no podíamos dormirnos en los laureles, sí pretendíamos salir victoriosos del lance. Y emprendimos la bajada lo mas rápidamente que pudimos por el sendero tradicional de subida/bajada al Torreón. No faltaron los temas de conversación en todo el recorrido, incluso entablamos reación con vasallos de otras nacionalides.

La recompensa.
Primeros pasos en la bajada.

   Cuando estábamos llegando al carro, empezaron a caer las primeras gotas de agua. Subimos por los caballos (de vapor) que habíamos dejado en Las Canteras y nos largamos presurosos. Habíamos cumplido con éxito el cometido .

El enemigo se empeñaba en echarnos.
 
   Para rematar la faena, algunos de los integrantes del episodio, paramos en el Bosque para revivir esta y otras heroicidades de tiempos pasados, y de camino, volvernos a recompensar con viandas propias de la nobleza. En el parloteo, llegamos al acuerdo de que hoy; habíamos sido unos privilegiados por poder acceder a esta zona tan bien protegida, de que los dioses del tiempo nos habían respetado, de que habíamos tardado cinco horas y media en cumplir nuestro propósito, de que habíamos subido 700 m. y bajado, 870 m., de que no había sido muy costosa la empresa, de que los elementos a salvar no habían sido complejo, de que caminamos 8.5 km., de que nos llevábamos una gran fortuna en imágenes, de que se podría repetir cada año para ir incrementando el numero de caballeras y caballeros de la orden, y sobre todo, de que lo habíamos pasado de maravilla.     

Al calor de la lumbre.

.....Y el enemigo, al final, claudicó.... y ennobleció nuestra aventura con el arco iris.

JE DEVIENS VOTRE HOMME


Fin.


Posdata:
          Para poder hacer esta ruta, es imprescindible presentar, por correo certificado, en  la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, el IMPRESO OFICIAL DE SOLICITUD DE AUTORIZACIÓN PARA LA REALIZACIÓN DE USO PÚBLICO, TURISMO ACTIVO Y ECOTURISMO EN PARQUES NATURALE. Una vez aprobada la solicitud, hay que recoger el impreso de permiso en  la oficina del Parque Natural Sierra de Grazalema (El Bosque-Cadíz), en: Avda. Diputación s/n, con los nombres, apellidos y D.N.I. de las personas que vayan a ir (15 como máximo), acreditados con la Tarjeta Federativa en Montaña o Espeleología.
Para más información, podéis llamar al telf.: 600161916 (Oficina del Parque Natural Sierra de Grazalema), o por coreo-e: usopublico.pnsgrazalema.cmsot@juntadeandalucia.es (ya dije que no fue fácil).
 
         No es corriente que las hazañas de los peones en las batallas, aparezcan en las crónicas de la época, por lo general, su presencia pasaba desapercibida, pero este club es así de esplendido.

          La frase en latín, significa: "ME HAGO VUESTRO HOMBRE", y es la frase que el vasallo repetía tres veces, en el rito del espaldarazo, cuando el monarca otorgaba el título de caballero.

             El Senderismo te puede hacer Caballero/a.    
                   


2 comentarios:

  1. eres caballero de las letras me a encantado, el cresteo esta impresionante muy bonito y las vistas un regalo abra que repetirlo manuel

    ResponderEliminar
  2. Os echamos de menos. Este cresteo habría que repetirlo cada año. Como dijo el capitán Alatriste; "no hay locura a la que el hombre no llege, ni abismo al que no se asome". Un abrazo.

    ResponderEliminar