jueves, 22 de agosto de 2019

ALCAZABA (3.369 m.) Y MULHACÉN (3.482 m.); tú esto lo haces para putearnos, y perdón por la expresión.

    Dice Susana (que no pudo venir por motivos laborales y a la que echamos mucho de menos), la mujer de Juan, el instigador de esta ruta, que cuando su marido le hace pasar por zonas cañeras, de accesos casi imposibles, no es porque sea necesario, sino por "putearla". Yo creía que lo decía por escucharlo, pero resulta que en este primer fin de semana del mes de agosto, en el paraje sin igual del Parque Nacional de Sierra Nevada, Chari, Manuel y el que escribe, nos hemos metidos en los zapatos de Susana y, podemos decir con conocimiento de causa, que tiene mas razón que una santa. Aquí están lo hechos.....

   Eran las 10 de la mañana cuando llegamos a la "ciudad sin ley" Hoya de la Mora. Este lugar es el principal punto de partida para ascender a las zonas más lejanas del macizo de Sierra Nevada y los coches aparcados ya ocupaban hasta el filo de la carretera. Tuvimos que hacer un esfuerzo visual extra y tener un poco de suerte, para encontrar un aparcamiento "aceptable" (el coche pasaría allí toda la noche) entre el Albergue Universitario, el aparcamiento superior y las casetas.
   El pronósticos del tiempo daba temperaturas máxima de 12º C, mínimas de 6º C en las cumbres, viento flojo y cielo despejado para todo el fin de semana. No se equivocaron, pero una neblina en el horizonte, debida a la evaporación y a la contaminación, difuminaba los detalles en la lejanía.
   Ya por el camino y, más de cerca, al bajarnos del coche, observamos que Sierra Nevada, en esta época del año, se ha desprendido de su manto blanco y nos ofrece su cara más agreste, aún así, sus vistas siguen siendo grandiosas.
   Sin plan definido, aparentemente, por parte de Juan ("ya lo  iremos viendo" fue lo que nos dijo), iniciamos el recorrido. El primer objetivo era pasar por el Veredón Inferior, situado en Los Tajos del Campanario. Nos encaminamos al semi-abandonado observatorio del Mojón del Trigo, antes llamado Observatorio Astronómico de la Cartuja, el cual dejamos a nuestra izquierda para bajar por un sendero hasta cruzar el arroyo de San Juan, cosa innecesaria, pues existe un sendero por la Hoya del Moro que va derechito a la entrada o salida (según se tome) del veredón. A partir de aquí empezamos a recordar la "famosa" frase de su mujer: "¡Juan, tú esto lo haces pa' pu... nos!¿verdad?"

Vacas en los pastizales nevadenses del arroyo de San Juan, al fondo, el observatorio astronómico. 
    
 
   Después de una fuerte subida (de regalo) por una gran pedrera, fuimos a salir seiscientos metros por debajo del lugar donde deberíamos haber llegado, y cresteamos por los Tajos del Campanario hasta el curioso monumento en recuerdo de una esquiadora que perdió la vida por esta zona. Es el punto de entrada al Corral del Veleta por el Veredón Inferior.    
   
Los Tajos del Campanario dividen el Arroyo de San Juan y el Río Guarnón.
Bonito recuerdo en memoria de la esquiadora fallecida.

   Al paso por el veredón, vimos el último remanente de nieve que aún queda en la cara norte del Veleta, y los cuatro recordábamos haber leído o escuchado algo sobre un glaciar que perduraba enterrado bajo una capa de tierra y roca. No he podido evitarlo y me he puesto a rastrear la noticia. Al parecer, en el año 1987, cuando en el Corral del Veleta había nieve todo el año, empezaron los trabajos de investigación y no han parado hasta nuestros días. En el año 1995, la gran sequía dejo el corral sin nieve en los meses estivales. ¡Adiós al glaciar! En el 2009 pudieron confirmar, físicamente, la existencia de permafrost (suelo helado) y hielo fósil; un remanente glaciar de la Pequeña Edad del Hielo (siglos XIV-XIX d.C.). El hielo fósil se encontró, a tan solo, metro y medio de profundidad y en un lugar específico. La bolsa de hielo era importante desde el punto de vista científico, pues demostraba la existencia de un glaciar activo en uno de los puntos más meridionales de Europa. También constataron que existía movimiento de avance y hundimiento. Todo esto dentro del Proyecto Permafrot Anclimate in Europa (PACE).
   La última noticia que he leído, es de un artículo en El País de 11 de marzo de 2016. En el dice, entre otras muchas cosas, que el hielo de Sierra Nevada esta desapareciendo, que el Pico Veleta ya no tiene permafrost, que sólo hay hielo fósil bajo las rocas de su ladera norte, que en el 2009 la masa de hielo ya no estaba a 1,5 metros como entonces, sino a 2 metros, y en bolsas aisladas ¿A qué profundidad se encontrará en estos momentos, si es que queda algo?. Mi gozo en un pozo. ¡Para que digan que no estamos inmersos en un cambio climático!

Paso por el Veredón Inferior a la cabecera del barranco del Río Guarnón y el Corral del Veleta. 
   
   Bajamos por el apretado y, en ocasiones, aéreo Paso del Veredón sin la menor contrariedad. Este nos llevo a la cabecera del barranco del Río Guarnón. Cruzamos los múltiples regueros y arroyuelos que aguas a bajo dan vida al río. Agua que, en forma de nieve, igual cayó hace cientos o miles de años,¡vaya usted a saber! Pasamos por la ladera del Cerro de los Machos con la mente puesta en un sendero serpenteante que vimos desde el comienzo del veredón y que apuntaba tener "mucha guasa". Lo afrontamos con resignación y, pasito a pasito, fuimos ganando altura. No fue fácil, lo reconozco, la pendiente es muy acentuada y llegamos exhaustos al Collado de Veta Grande, especialmente Chari que aún no se había tomado sus barritas energéticas. El descanso en este privilegiado mirador sobre el Corral de Valdeinfiernos fue más que apropiado, no sólo por descansar, sino por poder contemplar, con todo lujo de detalles, el itinerario a seguir por las imponentes caras norte de los gigantes de Sierra Nevada, sus cumbres, sus lagunas y sus vasares. Como dijo alguien: "Todo esfuerzo tiene su recompensa".   

Merecidísimo descanso.
Vistas desde el collado de Veta Grande.
         
   La ruta a seguir, hasta la Laguna de la Mosca, fue mas liviana. Bajamos al Corral de Valdeinfierno e, hicimos una parada en la pequeña Laguna de los Machos bajo la mirada desafiante de los Crestones de Río Seco. Más adelante, pasamos junto al manantial de agua fresca y cristalina del Lagunillo de Gabata, donde había varios grupos descansando. Junto a Gabata se encuentra Laguna Larga; el lugar que  elegimos para recuperar las calorías extraviadas.
   Recuperadas las fuerzas y refrigerados los pies con el agua fría de la laguna, continuamos nuestro camino. A partir de aquí sería una subida "graciosa" hasta el collado del Pico Juego de Bolos.
   Íbamos bajando y subiendo suavemente cuando al terminar de subir un repecho escucho a Chari decirle a Manuel: "de las blancas no, de las rojas". Capté que se trataba de unas barritas energéticas con el envoltorio de color rojo. Manuel le sacaba otras de color blanco y ella decía con obstinación: "¡esas no, las rojas, las rojas!". La encontró, y Chari se la comió. A partir de aquí apareció la Chari que todos conocíamos, la incombustible, la que siempre va en cabeza, la que hace dos mil fotos, la jartible, como decimos por aquí. Se puso en cabeza y llegó eufórica al collado del Pico Juego de Bolos. Era otra ¿Qué tendría esa barrita?
 
Manantial Lagunillo de Gabata y detrás Laguna Larga
La "subidita" después del almuerzo. Juan, tú esto lo haces pa' ........ 
Aquí, Chari, todavía no se había zampado la "barrita roja".

   Ni que decir tiene que Chari llego la primera al collado de Pico Juego de Bolos. Los tres nos quedamos asombrados del cambio y los tres le pedimos, mejor dicho, le suplicamos que nos suministrara las mágicas "barritas rojas", pero, que mala suerte, no le quedaban más. 
   Desde Juego de Bolos, contemplamos la maravillosa estampa del circo del Mulhacén (todo un placer para la vista). A sus pies, a 2.889 m.s.m., vimos la ansiada Laguna de la Mosca, conocida también con el nombre de Laguna del Mulhacén, cuna del Río Valdecasillas. Esta se encuentra sobre un precipicio y sus aguas descienden por una espectacular chorrera. Todo un placer para los sentidos.  

En el collado de Pico Juego de Bolos
   
   Para placer, el que nos preparó Juan en el verde borreguil junto a la laguna. Él se adelantó un poco en la bajada mientras los demás nos embelesábamos con las fotos, y cuando nos percatamos de que estaba haciendo café lo dejamos todo, incluido gorro y bastones (después los buscó la nueva y dispuesta Chari),  y nos fuimos a la improvisada cafetería. Fue un momento tan inesperado como especial, y aunque ni Chari ni yo tomamos café, lo disfrutamos de igual modo. Juan, tú esto lo haces pa'..... ¿compensar un poco?

Una cafetería de altura.
Con buenas vistas.
Van la presentaciones; de derecha a izquierda: Manuel, Chari, Juan y un servidor. 
Inicio de la Chorrera de la Laguna de la mosca.
 
  Finalizada la merendola e inmortalizado el "momento café", cargamos con las pesadas mochilas (que poco dura la alegría en la casa del pobre), para continuar nuestro camino por los Vasares de la Alcazaba. El camino está bien marcado y señalizado por hitos. La subida es muy llevadera, y merece más que la pena echar la vista atrás para contemplar la Laguna de la Mosca suspendida en el precipicio del circo del Mulhacén. Yo creo que es una de las mejores vistas de Sierra Nevada.

Y echamos mucha veces la mirada atrás para ver la panorámica....
y para perpetuarla.

   La reserva de hotel la habíamos hecho muy cerca del Puntal del Goterón, entre la Alcazaba y el Puntal de Vacares, a más de tres mil metros sobre el nivel del mar. En recepción, el crepúsculo nos esperaba con los brazos abiertos para darnos la bienvenida. Lo saludamos, y los seis (incluido Farú) nos felicitamos por haber llegado hasta allí y por el privilegio de poder pasar la noche en un lugar tan excepcional.

Contentos con la habitación que nos había tocado (¡no queda otra!).
Preparándonos para pasar la noche. 
Y el "astro rey" se despidió de nosotros.....

   Juan, volvió a encender los fogones y nos preparó un caldo calentito (de sobre) con estrellitas y fideos finos. Fue el broche de oro a un día intenso, intenso, intenso.
  Estábamos muy cansados y el silencio no se hizo esperar, nos deseamos buenas noches, los cuervos emitieron los últimos graznidos antes de irse a dormir, apagamos las pantallas de los móviles y esperamos, con los ojos como platos, a que se encendiera la "gran pantalla", la que tiene miles de estrellas, la que nos muestra el camino.... de la Vía Láctea.
   La noche no fue especialmente fría, hubo algunas extrañas rachas de viento fuerte y no pasó nadie cantando por delante del hotel que pudiera despertarnos, aún así, no dormimos mucho (lo sé porque ellos me lo contaron al levantarnos), y Juan roncó muy poco (cosa rara). El lugar "tiene algo".
   Me he enterado, a posteriori, precisamente por Juan, de una leyenda que cuenta que en la Laguna de Vacares (cerca de nuestro hotel) habita una ondina que, durante la noche, adoptando la figura de un pájaro, se aparece a los viajeros que allí se encuentran. Una vez en su presencia se transforma en una bellísima mujer, que mediante engaños y palabras de amor los arrastra hasta el borde de la laguna sepultándolos bajo sus aguas, donde más tarde los devora. En una ocasión perdonó a uno de estos viajeros por amor, lo llevó a su gruta y lo convirtió en su compañero y amante, pero pasado un tiempo, el joven descubrió los cadáveres de aquellos que habían sido devorados por la ninfa acuática y se escapó por patas. Desde entonces, la mujer no ha vuelto ha perdonar a nadie y aún hoy, los viajeros evitan que la noche los sorprenda en las cercanías de la laguna. Y atando más cabos, recuerdo que dos granadinos que estaban tomando una copa en el Albergue Universitario nos preguntaron de dónde veníamos, y al contarles que habíamos dormido en el collado del Goterón nos preguntaron si habíamos encontrado restos de un avión. Le contestamos que no, y ellos nos hicieron saber que por allí se había estrellado un avión comercial francés en el 1964, que murieron todos los pasajeros y tripulantes y que buena parte de las víctimas reposan en el llamado "Patio del Avión", en el cementerio de San José de Granada. ¡Algo raro tiene el lugar! ¡En seguida me voy a quedar a dormir otra vez allí! Juan, tu esto lo haces pa'..... Menos mal que día llegó sin sobresaltos y volviste a compensarnos con un café bien caliente.

Y el "astro rey" nos dio los buenos días.
Dos muy cafeteros.

   Desayunamos muy tranquilos, la conversación fue escasa. Habíamos dormido poco y el cuerpo recordaba cada una de las piedras sobre las que había "descansado", y sin embargo, estábamos deseando continuar nuestro viaje, ¿o eran ganas de abandonar el lugar lo antes posible? Recogimos todo y nos fuimos derechos al primer hito que marcaba el camino a seguir. Pasamos a la cara norte de la Alcazaba por una zona complicada de piedras sueltas y con pendiente muy acusada. Buscábamos un canuto por donde Juan ya había subido en otra ocasión, pero nos lo pasamos de largo siguiendo unos hitos que parecía marcar otro vasar superior por esta tremenda cara norte de la Alcazaba. Nos volvimos y encontramos el canuto. La subida tiene una "jartá de reír", un resbalón en ese suelo tan escarpado y fragmentado nos podía acarrear graves consecuencias, así que nos pusimos en "modo prudente" (aquí me acuerdo de Susana), subiendo muy juntos uno detrás de del otro, evitando de este modo que las piedras sueltas que pudieran caer, cogieran velocidad y fueran mas peligrosas de lo que ya lo son.

El terreno está muy empinado y descompuesto.
En muchos sitios hay que ir como los bebes....a gatas.
La buena predisposición a una foto nunca faltó, ni en los momentos más delicados.
   
   Con alegría desbordante, conseguimos nuestro primer objetivo del día: La Alcazaba por la cara noreste. Aparecimos por el hito de piedras que está más al este, el que parece estar más alto, el que tiene menos piedras (La Alcazaba tiene dos cúspides, no sé por qué).

La varrita energética, de envoltorio rojo, seguía mostrando su poderío. Esto no será na'.
Todos en la cima, incluido el increíble Farú.
 
   El segundo objetivo del día, era llegar al Mulhacén sin bajar a Siete Lagunas.
  Presurosos, nos fuimos derechos el Coladero o Colaero (su nombre más corriente), por donde se colaba todo el aire del mundo. Se encuentra entre el Puntal de la Cornisa y el Peñón del Globo. Bajamos por una pendiente bastante acusada donde es fácil perder el camino, pero las vistas de Siete Laguna son extraordinarias, y nos dimos cuenta que, a estas alturas del año, son algunas menos de siete las lagunas que quedaban. Aproximadamente a la mitad del "colaero" nos desviamos a la derecha por un  sendero inapreciable. Sin perder ni ganar  mucha altura, llegamos al Collado de Siete Laguna, no sin antes tener que salvar algunas piedras de gran tamaño.
   El collado de Siete Lagunas es un cruce de caminos; por un lado se puede ir a La Laguna de la Mosca y por el otro a La Cañada de Siete Lagunas, y siguiendo la cota de nivel se entra en el Vasar del Mulhacén, donde algunos planos dicen que está la tumba de Muley Hacén. Nosotros tomamos la de "Villa Diego"; la cara este del Mulhacén; una subida "con encanto". Juan, tu esto lo haces pa'.... De la cara este, por un pequeño sendero con mucho desnivel y bastante tierra y piedras sueltas, pasamos a la cara norte, es decir, de Guatemala a Guatepeor. Los hitos nos iban marcando el camino por cornisas colgadas en la roca que parecían totalmente inabordables. Menos mal que Manuel sacó la conversación de las nuevas tecnologías y desvió un poco nuestra atención, porque el despeñadero no es apto para personas con vértigo. ¡Cómo será que no tenemos ni fotos! Y así, entre charlas, llegamos al techo de la península ibérica.

Paso del Colaero al Puntal de Siete Lagunas
Comienzo de la subida al Mulhacén por la cara este.

   
   Entre charlas tecnológicas, conseguimos nuestro segundo objetivo del día: El Mulhacén por la cara noreste. ¡Quien la sigue la consigue!
   Nos llenamos de alegría al llegar a la cima. Creo que las felicitaciones nos llegaron al corazón, porque algunos nos emocionamos un poco. Después vinieron las trescientas fotos...o más. Y como este mundo es un pañuelo, estando allí, nos encontramos con Tintin Fraile, un antiguo socio del club, amigo de Juan, del que yo había oído hablar mucho y bien. 

Cima del Mulhacén. La foto obligatoria y.....
las que no son tan obligatorias.....
que gustan tenerlas....


para enseñar a nuestros nietos....
Jajajajaja.
 
   Del pico, bajamos hasta el refugio vivac de la Caldera. La "barrita roja" seguía dejando secuelas en Chari, que hizo toda la bajada corriendo. A la derecha dejamos el Vasar del Mulhacén para mejor ocasión. Faru iba fritito de sed. Hicimos una breve parada en el refugio y bajamos a la Laguna de la Caldera, donde descansamos un poco, recuperamos fuerza y nos abastecimos de agua.
   Frente a nosotros teníamos el Collado de la Caldera, la última subida "divertida" del día.

Un pequeño descanso para la foto.
Vistas desde el Collado de la Caldera.
   
   Desde el collado, enlazamos con el GR-411, la antigua carretera que unía las dos vertientes de Sierra Nevada, un camino que nos iba relajando hasta que nos desviamos para cortar camino por el Paso de los Guías y el Vasar del Veleta; nuestra última aventurilla.

Paso de los Guías.
Bajo los efectos de la "barrita colorá"
Vasar del Veleta.
 
   Una vez en el collado del Veleta, sólo nos quedó bajar. Pasamos por el monumento a la Virgen de las Nieves y le hicimos nuestro particular homenaje. Al día siguiente, 5 de agosto, se celebraría la romería en su honor. De aquí al aparcamiento de la Hoya de la Mora, y del aparcamiento al Albergue Universitario para recuperar los electrolitos perdidos.

Gracias.

   ¡Qué poco se necesita para ser feliz! 
   Con dos días en la montaña, una mochila de 50 l., pegada a la espalda, que en su interior lleve un saco, una alfombrilla para dormir donde se pueda, ropa de reserva (camisetas, pantalón, ropa interior, calcetines), toalla, guantes, comida para dos días (pan, embutidos, queso, frutas, pastas, caldo en sobre, frutos secos, café, pastelillos, chocolate, batidos, barritas energéticas "de las rojas"), infiernillo, cafetera, cazo, jarrillo de lata, cuchara, cuchillo, zapatillas de descanso, los avíos para cambiar las lentillas, cámara de foto, G.P.S., cargador adicional, frontal, pañuelos de usar y guardar (en la montaña no se tira nada), botiquín, pastillas potabilizadoras, 3 litros de agua y 33 km. por delante con un desnivel positivo de 2.500 metros, es uno más feliz que una perdiz. ¿O no?

Juan, tú esto lo haces pa'.....
alegrarnos la existencia ¿verdad?

Fin.


Para ver el track de la ruta en Wikiloc, pinchar aquí.



P.D.; Las fotos están recopiladas de las que hicimos entre todos.


2 comentarios:

  1. Muy buena Manuel eres muy bueno he vuelto a vivirlo con Susana incluido, buen trabajo gracias

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    1. Esa era mi intención. Gracias por hacer realidad nuestros deseos.

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