miércoles, 25 de agosto de 2021

Barranco Cerrada del Utrero; por el laberinto del minotauro.

   Cuando me propusieron hacer el barranco de la Cerrada del Utrero no tenía ni idea de donde estaba. En alguna ocasión lo había oído, pero nunca puse interés en localizarlo, ahora sé que este barranco se encuentra en un paisaje de ensueño, en el espacio protegido de mayor superficie de España, en el pulmón verde más grande de Europa, en un paraje portentoso con notables desniveles y colosales paredes verticales que acompañan las orillas del río sin oprimirlo ni encajonarlo. Hablo del curso alto del río Guadalquivir, hablo del Parque Natural Sierras de Cazorla Segura y las Villas. ¡No sabemos lo que tenemos!
   
   El punto de partida, y el punto de encuentro para vernos todos los componentes del grupo, fue la pequeña y abandonada central hidroeléctrica Cerrada del Utrero. Esta se encuentra a los pies de la carretera A-319, a 20 km. de Cazorla y 3 km. de Arroyo Frío. Allí nos reunimos Juanlu, Ana, Lola, Antonio, Ignacio, Pepe, María, Cristian, Javi y yo. La zona aledaña a la pequeña central que suministraba electricidad a la serrería de RENFE en Vadillo Castril, sirve de aparcamiento. El espacio es reducido, pero también se aparca en los márgenes de la carretera sin problemas.

De izq. a dech.; Juanlu, Antonio, un servidor, Ignacio, Ana, Lola, María, Javi, Pepe y Cristian.

Central hidroeléctrica Cerrada del Utrero

Arroyo del Valle pasando junto a la abandonada central hidroeléctrica.


   Una vez hechas las presentaciones pertinentes, organizarnos, y cargar con el equipo necesario, tomamos el sendero de aproximación hasta el inicio del barranco. El sendero va paralelo y a pocos metros del río. Al principio por su margen izquierda, y a mitad de camino, aproximadamente, cambia al lado contrario. Nos mereció mucho la pena hacer el sendero, pues nos íbamos familiarizando con el maravilloso entorno, y de camino íbamos calentando motores, además tuvo su aventurilla; un desprendimiento había cortado el paso y tuvimos que ir salvando piedras por el río y trepar un poco hasta encontrar nuevamente el sendero, otro atractivo es que pasamos por debajo de la cascada de Linarejo o Cola de Caballo que, a estas alturas del año, no porta ni una sola gota de agua al Guadalquivir, por lo que no pudimos ver como sus aguas salen de una oquedad abierta en la roca y se precipitan al gran río salvando un desnivel de cincuenta metros (queda pendiente volver en otra estación para verla).

Salvando el camino cortado.

Un poco de escalada.

                                                                
   El sendero de aproximación termina en el pequeño embalse del Utrero, donde, para nosotros, comienza la diversión. Primero; por la inquietud de no saber que nos vamos a encontrar, segundo; porque el primer contacto con el agua siempre da un poco de risilla, y tercero; por embutirnos en los neoprenos.... !qué cosa más apretá!... cuando has engordado un par de kilillos..... o más.
   Si entendemos por "cerrada", según el lenguaje serrano, un paso fluvial estrecho y angosto, esta cerrada no lo es para nada, todo lo contrario, es muy abierta. Es un barranco catalogado como fácil, de nivel dos de siete, con poca profundidad y escapes alternativos en los ochocientos metros de su recorrido. Tal es así, que fuimos encontrando bañistas en remojo en casi todas las pozas y recovecos del curso del río. Otra cosa curiosa y sorprendente es que las piedras no resbalan. 

Vistas de la Cerrada del Utrero desde la presa. Como se ve no es nada cerrada.

Salto de agua del embalse de la Cerrada del Utrero. 

¡Todos preparados!

Todavía me pregunto coma ha crecido este árbol ahí soportando las crecidas del río.

   
   Desde el principio y hasta el final del barranco, nos fuimos encontrando multitud de cataratas, pozas, toboganes, cuevas, destrepes, saltos, rápeles... y si me dejo algo....también lo había. Es un no parar, no le falta ni el perejil, y lo mejor es que todas estas adversidades son evitables, aunque nosotros no evitamos ni un escollo, al contrario, buscamos los saltos mas altos, los rápeles más complicados, las cuevas más profundas, las cataratas con más agua, etc. Son las ventajas de este divertido y concurrido barranco. Se puede hacer todo lo dificultoso que se quiera. Por algo es el más demandado del parque. Es lo que se suele decir; un barranco disfrutón, un barranco para toda la familia en un entorno que enamora.
   Ahí van la fotos que, aunque no le hacen justicia, son el modesto testimonio que entre todos aportamos de nuestro paso por este salvaje territorio.  




















 

      
   
   En fin, como se ve en las fotos y dije antes; un no parar hasta llegar a la central. ¿Cuánto tiempo tardamos? Ni idea, porque cuando se está a gusto el tiempo se desvanece, pero estuvimos más de tres horas, seguro, y en todo ese tiempo, ni rastro de los descendientes del utrero. ¿Qué utrero, qué descendientes? ¡Ah, no lo he contado, es verdad! Cuentan las lenguas antiguas que en esta exuberante naturaleza, en esta cerrada, existió un utrero de dimensiones extraordinarias, un novillo mitológico, una especie de minotauro, pero esto es leyenda.... lo que sí es verdad, es que llegamos con más hambre que una garrapata en un peluche, y nada mejor y más rápido que un buen bocata a la sombra fresquita del puente donde terminamos el barranco.



Todo salió de maravilla.

Fin.


    

2 comentarios:

  1. Vaya primo, no sabía que tenías un blog!. Está genial!

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  2. Sí, es del club. Hace tiempo que no escribía. Lo tenemos un poco abandonado con la pandemia. Me alegro que te guste. Un abrazo.

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